Carta de Margarita Labarca Goddard a Gabriel Boric
Por Margarita Labarca Goddard Hace algunos años le hice una crítica a Gabriel Boric porque había hablado injustamente contra Cuba, y esa crítica se hizo viral. Lo traté de tú y le dije que podía ser mi nieto, porque él es muy joven, era diputado y yo soy una anciana anónima. Así me bautizaron en la prensa. Ahora lo trataré de usted, compañero presidente. Así lo llamaré y creo que lo llamaremos todos, pues así llamábamos al compañero presidente Salvador Allende. Compañero es el que camina a nuestro lado porque es nuestro igual, es el que nos ayuda y al que ayudamos, el que nos comprende y nos quiere y al que comprendemos y queremos. Y también el que es capaz de morir a nuestro lado porque es valiente y solidario, como lo fueron, por ejemplo, Raúl Pellegrin Friedman y Cecilia Magni, que lucharon y murieron juntos. Y como también lo fueron todos los compañeros que se quedaron con Allende en La Moneda bombardeada. Usted ganó y logró más de 4,6 millones de votos, la mayor votación de un presidente chileno. Y en la segunda vuelta votó un millón más de personas que en la primera. Entonces, compañero presidente, le quiero decir, como anciana que soy, que debe usted tener presente que su triunfo se lo debe al pueblo, a ese pueblo que no quería votar, que siempre se abstenía y ya no creía en los políticos. Pero ahora sí votó, superó en buena parte la abstención y también superó el miedo porque creyó en usted, quiso creer en un joven que fue dirigente estudiantil y que luchó junto a su pueblo en esas magníficas batallas encabezadas por los estudiantes. No crea usted que para gobernar debe apoyarse en el centro, centro que no es más que una de las dos derechas. No piense usted en gobernar mediante consensos con la derecha o con el centro. Usted es muy joven y los jóvenes suelen ser audaces y valientes. Elija usted ser audaz y gobernar con el pueblo en la calle, ese pueblo que todos creían ignorante y sumiso, y que se levantó pidiendo dignidad. Sea usted también el compañero de ese pueblo y podrá gobernar sin transigir con nadie ni con nada. Porque todos los que votaron por Kast no son unos infames fascistas; la mayoría son personas que votaron por ignorancia o por miedo. Explíqueles que no hay que confundir las legítimas protestas con la delincuencia, que a menudo es magnificada por la prensa. Y podrá usted financiar todos sus programas porque para eso tenemos cobre y tenemos litio, y habrá que recuperarlos, porque es indispensable y sí se puede, claro que se puede. No aísle a Chile de nuestros vecinos, porque Latinoamérica debe llegar a ser una sola voluntad y un solo pueblo poderoso, culto y poseedor de una gran dignidad. Y así se convertirá usted en el dirigente que todos estábamos esperando, no sólo en Chile sino en América. Y la historia lo consagrará a usted como el noble sucesor de uno de los grandes hombres del siglo XX, Salvador Allende.
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